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Testimonios: Alessandro Iannini

Alessandro Iannini (SP)

Vivir la Espiritualidad Salesiana: Borgo Don Bosco la casa de acogida

 Alessandro Iannini

Soy Salesiano Cooperador, psicólogo responsable del área de “Rimettere le ali” (dar nuevas alas) en el Borgo Ragazzi Don Bosco. El Borgo Ragazzi don Bosco abre en 1948 en el barrio de Centocelle en Roma para acoger a los sciuscià, los huérfanos de guerra que los salesianos como hizo don Bodco en Turín, recogían de la calle. Yo he crecido en el Borgo, he nacido en el barrio y he comenzado a frecuentar el oratorio. Después me convertí en animador y muy pronto en cooperador con Inés, mi novia por aquel entonces, también animadora. Yo tenía 24 años y ella apenas 20. En nuestro discernimiento guiado por un Salesiano que por entonces era nuestro acompañante espiritual sentíamos que queríamos crecer y vivir  como pareja y como familia el salesianos por completo y queríamos dedicarnos sobre todo a los chicos con más dificultades. Por esto hemos empezado a colaborar con el centro de acogida para menores tutelados con penas alternativas a la cárcel, para lo que me licencié en psicología. Tras dos años nos casamos y nos fuimos con el VIS a realizar un voluntariado internacional. Nos enviaron a Albania con una comunidad educativo-pastoral formada por sdb, fma y voluntarios. Estuvimos allí dos años en los que hemos vivido las dificultades de la guerra civil pero también los milagros ocurridos por la aplicación del sistema preventivo que antes no tenían ni Dios ni guía. En el peligro nos sentíamos como “niños en brazos de su madre”. Al regresar no teníamos ni idea que podríamos hacer, pero sabíamos que queríamos vivir con este espíritu. Estaba a punto de nacer el primero de nuestros 4 hijos. Hemos confiado y caminando se fue abriendo el camino.

Esta premisa es necesaria para aquello que ahora es mi trabajo en el Borgo y que nace de una experiencia de vida, nace de un envio misionero, nace de un sueño que Don Bosco ha puesto dentro de nuestro corazón. Al final de los años 90 la comunidad Salesiana del Borgo Ragazzi Don Bosco por mandato de la Inspectoría ha iniciado a repensar su presencia en el borgo intentado redescubrir la fidelidad al mandato original: ocuparse de los chicos más pobres con un estilo adaptado, como es obvio, a los tiempos. Con un grupo de sdb y laicos hemos estudiado y rezaso durante dos años al término de los cuales, con la intervención de la Providencia, hemos abierto una casa de acogida para adolescente con itinerarios de semi-autonomía, un movimiento de familias de confianza y solidarias, un centro de atención psicológica y, en 2008 también el centro de día que estaba en la estación Termini y en el cual ya actuaban un grupo de trabajadores expertos y con corazón salesiano que se ha mudado al Borgo.

Actualmente en el área que hemos llamado “Dar nuevas alas” acogemos cada año a más de 200 jóvenes en dificultado, trabajan cerca de 30 educadores y más de 100 voluntarios. Estas actividades específicas para la inclusión social están conectadas con el resto de la obra el oratorio que es el corazón y el centro de formación profesional.
Cada día experimentamos lo que dice San Pablo en la letra a los judíos recordando la experiencia de Abraham y Sara:  “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”. (Heb 13,2). Se ha convertido en nuestro eslogan y contemplamos esta verdad acogiendo a los y las jóvenes y a tantos voluntarios y familias de acogida que se implican acogiendo en la intimidad de su casa a quién está en dificultad. ¡Nos hemos dado cuenta que Don Bosco y María Auxiliadora nos llevan también a jóvenes que ya los han conocido en sus países de origen! ¡Algún tiempo después de su acogida, hemos sabido que el chico era ya un hijo de Don Bosco!

En el Centro de Acogida iniciamos el día con todos los trabajadores leyendo el Evangelio del día y un texto extraído del libro indicado para el año formativo salesiano. Uno de nosotros, por turnos, lo comenta y luego confiamos a María y al Señor la jornada, los chavales y los proyectos y nos damos las tareas concretas. Cuantas veces hemos podido contemplar que todo lo vivido, experimentado, sufrido y realizado por Don Bosco puede estar ligado, con las proporciones debidas, con lo que vivimos hoy. Empezando por sus sueños, su entusiasmo y su firmeza en el hacer a toda costa el bien par alos jóvenes. A nosotros compete la tarea de ir al encuentro de los días sabiendo que el Señor se manifiesta en los hechos cotidianos. En la sala de los trabajadores hemos colgado el art. 19 de las constituciones salesianas: “El salesiano está llamado a tener el sentido de lo concreto, y presta atención a los signos de los tiempos, convencido de que el Señor también se manifiesta por medio de las situaciones urgentes del momento y de los lugares. De ahí su espíritu de iniciativa: En lo que se refiere al bien de la juventud en peligro o sirve para ganar almas para Dios, yo me lanzo hasta con temeridad”.

Me doy cada vez más cuenta que si don Bosco hubiese sido un gran educador pero no un hombre de, no un santo, no habría sido lo mismo. El encuentro cotidiano con personas que están a menudo en situaciones extremas me interroga como educador, psicólogo pero sobre todo como persona y creyente en Cristo Resucitado. Me interroga y me empuja a buscar las raíces de mi fe para poder dar razón de la esperanza hacia la cual intento conducir a aquel que se siente sin vía de salida. Pero sin la Fe y sin la Esperanza ¿como podría, me pregunto a menudo, creer en la posibilidad de que cada joven puede cambiar su propia vida? Cree que en cada joven – también en este que tengo delante de mi y que miró a los ojos y que las hace de todos los colores a pese de tantas intentos fallidos – ¿hay un punto accesible al bien? ¿Que en las mal llamadas manzanas podridas puede haber una buena semilla?

Don Bosco ha encontrado en la relación constante con Dios la fuerza, la razón, la motivación. A través de la relación con Dios y sintiéndome por El amado de un modo único es como descubro que el otro es mi hermano, es mi hermana y que vale la pena invertir cada día en amar a mi hermano y mi hermana de manera única y, encontrando al otro, encontrar a Dios. Estoy descubriendo que Don Bosco ha constituido una comunidad porque sólo en la relación comunitaria podemos celebrar el encuentro cotidiano con Dios.

Los chavales más difíciles constituyen un reto para nuestra fe, el límite a su acogida es nuestra capacidad de acogerles, una capacidad que vemos crecer en la medida en que nos confiamos a Aquel que ha amado a estos en primer lugar y que nos los ha confiado. Y nuestros chavales se convierten así en nuestros maestros porque en sus ojos podemos entrever la mirada de Dios. A través de ellos le encontramos también a El. En sus sueños entrevemos el proyecto de Dios para ellos. Caminando con ellos somos constantemente estimulados a incrementar nuestra capacidad de amar, de crecer en la Fe y en la Caridad

No tenemos ninguna experiencia con las ovejas y los pastores pero meditando sobre los proyectos educativos personalizados de nuestros chavales en la casa de acogida en el buscar e investigar estrategias para ayudarles descubrimos el amor personalizado de Jesús Buen Pastor y la grandeza de Don Bosco que lo ha elegido como icono para sus salesianos llamados a amar a cada uno como lo ama el mismo Dios.

El reto es por tanto pasar de la acogida incondicional y del amor demostrado que le llega a los jóvenes como interés a su persona y su histora, a la preparación al encuentro con Dios. También en esto D. Bosco ha sido un maestro: nos damos cuenta – también en la raíz de los últimos aguinaldos del Rector Mayor – por la que vale la pena arriesgarse.

Los chavales escuchan rezar por ellos a la mañana, les hablamos de Dios y nos interesamos por su dimensión religiosa durante la fase de acogida con naturalidad como nos interesamos por otros aspectos de su historia. Les invitamos a vivir las fiestas salesianas, a mandar un sms a Don Bosco, a preguntarse en los grupos sobre la fe y estas pequeñas semillas preparan el terreno. Es el Espíritu el que luego les sugiere el camino, tanto a ellos como a nosotros. A veces es necesario esperar y aprovechar las ocasiones oportunas para pasar del testimonio al anuncio.

Se viven juntos los retiros espirituales implicando también a los chavales, se les invita a comprender que educamos tanto con nuestras palabras como con nuestras acciones, pero sobre todo educamos en aquello que somos, con los valores que tenemos dentro y que transpiran o no transpiran independientemente de lo que hacemos. Y estando con los jóvenes, estando simple y pacientemente, podemos aprovechar las ocasiones que se presentan para llegar a su corazón.

Somos cada vez más conscientes que a través de Don Bosco y sus hijos la Providencia ha cumplido milagro sobre milagro y hoy nos toca a nosotros, en lo pequeño, continuar con el mismo planteamiento y la misma Fe: los jóvenes y las familias no son nuestras, las obras no son nuestras sino que nosotros somos instrumentos, a través de la aportación cotidiana de cada uno, el carisma de Don Bosco y las Memorias del Oratorio continuarán…Otros capítulos, otros volúmenes, los mismos Protagonistas: ¡la Providencia, María Auxiliadora, Don Bosco…los jóvenes!